El Gran Bazar de Estambul

Aunque antes de visitarlo no lo sepáis, cuando estéis en él os daréis cuenta que el Gran Bazar de Estambul es uno de los más grandes del mundo. Cuenta con más de cuatr mil tiendas distribuidas en su entrecho laberinto de calles y callejuelas. Aquí encontraréis de todo, desde artesanía hasta alfombras, joyería, especias, alimentos…

Por lo general los diferentes puestos se agrupan en torno a la mercancía que vendan, es decir, cada calle parece especializarse en un producto, aunque esto no es siempre así. Este Gran Bazar fue fundado por el Sultán Mehmet II el Conquistador a mediados del siglo XV, y aunque fue destruido muchas veces por incendios, aún mantiene su fisonomía primitiva.

No sólo veréis tiendas y puestos ambulantes dentro del Gran Bazar, sino que incluso hay hasta mezquitas, por si el tiempo de la oración les coge comprando a los musulmanes, una escuela primaria y muchos restaurantes, cafeterías, bancos y oficinas de turismo para hacer mucho más amena la compra.

Como todo buen bazar la forma de comprar es a partir del regateo. No preocuparos por ello porque, aunque parezca increíble, casi todos los vendedores saben muchos idiomas, acostumbrados como están a tratar con turistas. Habrá ocasiones en la que los propios vendedores te asalten mientras recorres el Gran Bazar, por lo que hay que saber elegir y quitarte rápidamente de encima a los insistentes.

Si os cansáis del ajetreo y el bullicio os podéis sentar en alguna cafetería a ver ese bullicio desde la sombra de un buen café o un té, una de las grandes experiencias de este Gran Bazar. Así intentáis aprender cómo regatean los habitantes de Estambul.

Aunque para comprar os recomendamos las tiendas que están rodeando el bazar y que están organizadas por gremios. En la mayoría antes de comenzar el regateo quizás incluso os inviten a un té, ya que para ellos el regateo es algo muy importante. Es recomendable pagar en liras turcas, ya que si lo hacéis en euros os saldrá más caro.

Por último, un pequeño consejo por experiencia propia para regatear. Debes ser tú el que imponga un precio mínimo, e insistir con él. Si te dicen que es muy poco, lo que seguro que pasará, les saludas y te retiras. Si el vendedor te insiste para que no te vayas, es que el precio que tú le has dicho no es muy malo. Si te dejan ir es que realmente es muy bajo.

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